Muchos colombianos recordarán que en Pasto, cada 28 de diciembre la ciudad se paralizaba por el tradicional juego del agua, en donde se bañaba a quien estuviese en la vía pública, sin embargo, en tiempos anteriores, durante la celebración de los santos inocentes, las bromas pesadas eran características
La historiadora Lidia Inés Muñoz Cordero ha documentado el inicio de esta celebración en Pasto, segun la investigación, en los inicios se realizaba un muñeco de inocentes, distinto al año viejo, que se realizaba con aserrín y ropa vieja, que ubicado en los balcones y puertas de las casas y por su tamaño asustaba a los más pequeños de los pastusos; Muñoz cuenta que cuando las personas en su cotidianidad miraban un billete, este era halado por una cuerda, la bromas del billete falso venía seguida de una ‘pambaseada’ con coplas pícarezcas al son de carros y peroles, tocados para la sorpresa del inocente.
Este muñeco de inocentes, sería el principio de la tradición del año viejo, pues alguien en algún momento de la historia guardó el muñeco hasta el 31 de diciembre, siendo llevado en una carreta de caballos de la entonces carnicería, hoy conocido como mercado de los 2 puentes, el caballo entonces al ver tal jinete de inocentes salía disparado destruyendo los puestos de comida a su paso, convirtiéndose así en el primer desfile de año viejo siendo quemado a modo de castigo en la noche de fin de año por el entonces 1.932
La recreación del personaje de muñeco de año viejo por este entonces pasó a ser la significancia de la alegoría especial por una viuda encarnada por un hombre vestido de mujer, que contenta lo acompaña antes de ser incinerado y que pide limosna para enterrar al viejito’, por su puesto adquiriendo además el valor de la caricatura política y social.
El uso de platos y bebidas falsas: empanadas rellenas de algodón y ají para divertirse con estas bromas en conjunto con la puesta de letreros fúnebres o de falsas ventas del patrimonio inmobiliario hacían parte de las tradiciones de este precarnaval.
Finalmente el texto que se proclamaba entre gremios, trabajadores y familiares era la versión propia del ingenio pastuso, criticando el gobierno de turno, el mal actuar de la administración y que evoluciona al desfile magno con una innovación de algo más elaborado originario de un muñeco de inocentes de los años 30, elaborado en minga familiar o comunitaria de forma artesanal.
Ahora, superada la celebración con agua, la ciudad se viste de color, cultura y un mensaje de sostenibilidad.