Más de tres mil artistas danzaron por la senda del carnaval en el ‘Canto a la tierra’.

Talentosos músicos, danzantes y zanqueros integran los Colectivos Coreográficos, rememorando el legado ancestral andino latinoamericano. Estas agrupaciones numerosas (mínimo 140 integrantes, máximo 220) engalanan el desfile épico del 3 de enero, con el tradicional «Canto a la Tierra» y rinden tributo al «sentimiento andino, a la madre tierra, a la pacha mama, a mama Cocha, madre de agua; a taita Inti, padre sol; a madre Quilla, madre luna; a taita Urcunina, montaña de fuego» (Rodrizales, 2011).

El componente indígena precolombino del Carnaval Andino de Negros y Blancos, al que se refiere la historiadora Lydia Inés Muñoz Cordero (1998), cobra relevancia este día de fiesta, por la incidencia de la memoria colectiva en la reactivación de los rituales agrarios y cósmicos al inti, a la quilla y al cuichig (arcoíris) a través de los festejos del «Canto a la Tierra».

Uno de los elementos esenciales en todo acto festivo y que da vida al desfile de los Colectivos Coreográficos es la música. Al ritmo de instrumentos de viento, cuerda y percusión, como quenas, zampoñas, bombos, charangos y rondadores, los extraordinarios artistas interpretan melodías andinas latinoamericanas y música tradicional de la región, evocando a los ancestros y su legado cultural. «El garbo señorial del Conquistador, el ritmo alegre del negro esclavo y el lamento cadencioso y sentimental del indio americano; conforman la melodiosa y original génesis musical de los Carnavales de Pasto» en palabras de don Miguel Ortega (1999), q.e.p.d.

La danza que es otro componente fundamental en la escenificación de los Colectivos Coreográficos, es por excelencia, expresión de sensualidad como dice Rodrizales (2011). El investigador sostiene que, en el Carnaval, «la danza propicia que los cuerpos se encuentren, se entrecrucen, se toquen, se insinúen y se alejen. Después, en otro tiempo y otros espacios, esos cuerpos pueden reencontrarse».

Los vigorosos danzantes del terruño pastuso van zapateando las calles de la ciudad, resonando su «Canto a la Tierra». Animosas coreografias, con coloridos y rítmicos movimientos, van derrochando alegría y vitalidad a lo largo y ancho de la Senda del Carnaval, con danzas itinerantes y representaciones teatrales que, concluyen su puesta en escena en el Estadio Departamental Libertad, donde miles de personas les acompañan hasta el final de sus majestuosas presentaciones dancísticas y musicales, expresándoles regocijo, alegría y admiración.

El desfile de los colectivos coreográficos también capta la atención y admiración del público, por sus «disfraces carnavalescos, vestimentas llamativas y maquillajes complementarios» (Zarama, 1999), ponderando asi sus propuestas alegóricas, con estética, majestuosidad y armonia.

Hasta antes de la década de los 90, los colectivos coreográficos hacían sus puestas en escena el 6 de enero, durante el desfile Magno del Carnaval de Negros y Blancos, y el reglamento de la época permitía la participación de agrupaciones conformadas con un número no mayor a 25 integrantes. Dos años más tarde, en 1992 se reunieron 70 músicos en una muestra cultural con identidad musical denominada «500 años de inspiración», cimentando los inicios de la agrupación legendaria que más adelante se conocería como Indoamericanto.

Desde esta época las primeras agrupaciones coreográficas fueron irrumpiendo con propuestas cada vez más estructuradas en la Senda del Carnaval, con el liderazgo de los maestros Jairo Chaves, Hernán Coral Enríquez, Omar Coral y Luis Felipe Benavides, entre otros. De alli hacia delante se comenzó a configurar el modelo actual de los colectivos coreográficos, también con participación de talladores de instrumentos andinos. En el año 2003, Indoamericanto marcó un récord en la historia de los colectivos coreográficos, con una puesta en escena de 700 personas participantes en el tradicional «Canto a la Tierra».

Con el paso del tiempo han ido surgiendo nuevos Colectivos Coreográficos, incorporando distintas creaciones, aportes del teatro y la figura de los zanqueros en sus presentaciones. Ante el incremento de nuevas colectividades, Corpocarnaval como ente organizador del Carnaval de Negros y Blancos, determinó a partir del 2004, la destinación del 3 de enero, como el día específico para el desfile del «Canto a la Tierra»; y un año más adelante, en el 2005, la organización inició las convocatorias de estas colectividades a concurso.

Durante todo el año, los integrantes de los Colectivos Coreográficos adelantan la investigación de sus propuestas y preparan cada detalle de la plástica, diseño, vestuario, maquillaje, música y danza para cada nueva versión del Carnaval de Negros y Blancos. Los frutos de sus puestas en escena, son el reflejo de su trabajo persistente y dedicación abnegada.

Durante los montajes, ensayos y en el épico desfile del «Canto a la Tierra», que recorre la Senda del Carnaval de norte a sur, en sentido contrario a los demás desfiles, ensamblan con ingenio y versatilidad, ritmos, sonidos, colores, pregones en lengua quechua, gritos, saltos, vueltas e incluso texturas y nuevas formas que visibilizan la creatividad nariñense.

La grandeza de los Colectivos Coreográficos, protagonistas de la fiesta del 3 enero, rememora los ritos ancestrales con los que se honra la siembra, la cosecha, la fertilidad y el costumbrismo, como también reafirma la dignidad de los pueblos sur colombianos y de Latinoamérica, sus luchas y actos de resistencia a lo largo de la historia.

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